¡No supongas, habla!

por | Ene 8, 2023 | Blog

No supongas, habla!

Era un mes de mayo, mes en el cual se celebra para Colombia y en otros países de nuestro planeta, el día de la madre. Mi primer hijo habia nacido justo 2 meses antes y por supuesto esperaba con cierta alegría y ansiedad infantil   que llegara para mí,  ese gran dia!

Los días se acercaban y me llenaba cada vez de más emoción.  Por primera vez iba a recibir un saludo por ser madre ¿Quién me llamaría? ¿Me darían regalos?  El bebe no podría hacerlo… ¿quién lo haría por él? ¡El padre! Siiii, claro su padre ese dia me daría un gran abrazo, me llenaría  de mimos, me consentiría, seguramente me traería flores y  un regalo!

Y al fin se llegó el  gran dia de la madre!   Note sorprendida que él no me dijo nada en especial…bueno, me dije, mas tarde lo hará… Recibí llamadas de  amigos   y familiares para felicitarme y en especial por ser, mi primer dia de la madre;  me llegaron tarjetas, flores y algunos regalos;  yo sentía alegría, pero asi mismo me entristecía y me daba rabia que de la persona que más estaba yo esperando esos detalles,  no se daba por enterada.

Algunos domingos él se quedaba en cama  hasta tarde y este era uno de ellos,  por tanto no habia ido al primer piso de la casa y no se habia dado cuenta de lo que me habia llegado.

Sobre las 10 de la mañana ya mis nervios estaban a punto de estallar y empecé a llorar, cuando él se dio cuenta me pregunto la razón y yo con cara  de “digna” le respondí… “nada… no te preocupes… estoy bien”;  unos minutos más tarde insistió en su pregunta y yo seguía en  mi posición de que nada me estaba sucediendo, cuando en realidad quería gritarle lo que estaba sintiendo.

Finalmente sobre las 11:30 o 12 del dia bajó y cuando vio las flores, con cara de sorpresa pregunto.  ¿Y esto?  ¿Cuál es la razón de estas flores?  Mi mirada era una mezcla de indignación y tristeza… ¿cómo era posible que olvidara un dia tan importante y sobre todo mi primer dia de la madre?

Esto lo llevo a darse  cuenta  de que algo estaba sucediendo; insistió en su pregunta y esto me hizo sentir aún  más indignada.

Cuando al fin cayo en la cuenta, salió corriendo hacia un centro comercial y un rato más tarde llego con cara de “niño regañado” trayendo un paquete muy lindo y con esa misma  actitud, me pidió perdón por haberse olvidado y  me entregó un regalo, mientras me abrazaba tratando de  subsanar su olvido.

Como yo ya había alimentado el malestar  por un espacio considerable, habia llorado y me había sentido  la mujer   “más desgraciada del mundo”,   mi energía estaba súper bajita, por lo cual empecé a abrir el regalo con desgano. ¡Él estaba emocionado esperando que lo abriera! Estoy segura que pensaba… “cuando vea cual es el regalo,  se va a poner muy contenta y todo pasara!”

Era un reloj y el sabia  me  gustaban los relojes,  por lo cual su sorpresa no tuvo limites cuando le di las gracias con desgano y con una expresión clara de que el regalo no me habia gustado. ¡Es que me gustaban los relojes grandes y este era pequeño!

Él no entendía porque no estaba feliz,  si ademas de ser un reloj  que se suponía que me gustaban, era costoso.

Yo reconociendo que el había hecho lo que podía, busque cambiar mi actitud y no hacer que se siguiera  sintiendo mal  pero nunca, aun cuando me lo pregunto varias veces,  le dije la razón de mi desanimo frente al regalo.

El tiempo paso, muchos días de la madre recibí y sigo recibiendo llamadas, felicitaciones, regalos, mensajes…y tambien recibí del  universo, el regalo más valioso que recibir  pudiera!

La información que me llevo a la comprensión del manejo ante situaciones como esta.

En vez de enojarme, llorar y sufrir sintiéndome la mujer “más desgraciada del mundo” ¿Que hubiera sido sensato hacer?

Algo muy sencillo y que sin embargo la cultura no nos enseña. Decirle a ese esposo olvidadizo o para quien tal vez no sea tan importante un dia como este, lo que esperaba recibir.

Que fácil y cuantas molestias nos hubiésemos ahorrado, si simplemente le hubiese dicho, días antes, lo que esperaba recibir de él, en ese día para mi maravilloso y extraordinario.

Me di cuenta lo fácil que le resulta a la ignorancia juzgar, sufrir y maltratar a los demas. Qué fácil es para la ignorancia botar inútilmente la energía vital, lloriqueando y esperando que los demas adivinen lo que de ellos espera. Qué fácil es para la ignorancia sentirse víctima y querer castigar al “victimario”. Qué fácil es para la ignorancia crear desarmonía y creer que tiene la razón.

Por eso digo que recibí el regalo más grande, porque aprendí que expresar sabiduría puede ser  simple.

Cuando asimilé esta verdad, en principio me sentí avergonzada al reconocer mi errada actitud, pero luego también comprendí que cometer un error no es para castigarnos, sino para capitalizarlo y aprender de él.

Que simple expresarle a nuestros seres cercanos y queridos aquello que nos gustaría recibir en un momento dado. Que simple decirles lo importante que puede ser para nosotros un detalle que para otra persona podría no tener importancia. ¡Que simple es decir lo bien que nos sentimos cuando nos tienen en cuenta!

Sin embargo y aun cuando es simple, cuanto nos cuesta, porque nos enseñaron  que los demas tienen que adivinar lo  que  queremos, porque es “lógico” que lo sepan.

Hoy sé expresar mis sentimientos mucho más fáciles y procurando no herir a los demás; hoy me siento capaz de contarle a los otros lo que podría esperar un día como el cumpleaños, el día de la madre, la navidad, etc., y con la comprensión de que, si la persona no puede, está bien.

Esto se traduce en una mayor capacidad de ser feliz por mí misma y no sacrificando a los demás para yo sentirme bien.

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