Matty Vélez

Soy Matty Vélez | Matty Vélez

Formación Profesional

Estudié Diseño de Modas en la Escuela Arturo Tejada pero mi inclinación hacia la sanación y el mundo de lo metafísico, me llevó a realizar diferentes formaciones e iniciaciones en diversas disciplinas.

 Formaciones:

  • Metafísica con Carola de Goya
  • Masaje Metamórfico
  • Sanación Sirio
  • 4° Nivel Spiritual Human Yoga con el Maestro Luang Minh Dan
  • Danza Sagrada con Charles Peterson
  • Reiki Universal con Patricia Zorrilla y Reiki Linaje Frank Arjava
  • Meditación MerKaBa (Drunvalo Melchizedet)
  • Sanando con el MerKaBa
  • Esencias Florales
  • Medicina alternativa (Naturopatía, nutrición, masaje energético, Medicina tradicional China (MTCH)

 Iniciaciones:

  • Meditación Budista
  • Luz y Sonido del Maestro Ishavara
  • Reiki

Me desempeño como

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Facilitadora Internacional de la Formación completa de Escuela de Magia del Amor, “Maestría en Amor para aquellos que ya no necesitan sufrir más”, desde el año 2001.

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Maestra Reiki, desde el año 1998, de la línea Reiki Universal fundada en Colombia por Patricia Zorrilla Aragón.

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Facilitadora Internacional, desde el año 2001, de la Meditación Merkaba, Drunvalo Melchizedet.

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Consultora en desarrollo personal y espiritual en:

  • Relaciones de Pareja.
  • Formación de Padres.
  • Orientación a Adolescentes.
  • Y en general para todos aquellos que buscan armonía y equilibrio en su vida.

Ver la Biografía Completa

Nací en Puerto Berrío (Antioquia) un 19 de Noviembre de 1949 y desde muy temprana edad sentí una profunda inclinación hacia la búsqueda del desarrollo interior, en la medida que continuamente aparecían en mi interior muchas preguntas a las cuales no le encontraba respuesta.

Me llamaba poderosamente la atención que hubiese tanta violencia y que además que pareciera no tener fin; me angustiaba muchísimo vivir en un mundo donde era claro que no había respeto por nada ni por nadie.

Nací de una madre con formación católica muy arraigada y un padre poco religioso pero si espiritual y conocedor de grandes secretos relacionados con la sanación, la filosofía, la medicina, la botánica y el mundo de los Maestros y los ángeles.

Mis padres siempre se respetaron sus creencias y filosofías y no era extraño oírlos hablar de sus diferentes formas de ver la vida y dentro de ese respeto fue permitido por los dos, que cada uno nos enseñaran desde muy temprana edad lo relacionado, mama con la religión por lo cual crecí dentro de los ritos de la iglesia católica y por otro lado, papa mostrándonos ese mundo misterioso de lo no físico que me atraía profundamente.

Escuche y vi a papa hablar con las tormentas, con los animales y las plantas, lo vi curar animales y seres humanos; lo vi como desarrollo una formula con la cual curo de tosferina a cantidades de niños que por esa época estaban muriendo, lo vi preparar medicamentos, lo vi y escuche asesorando a muchas personas que acudían a él en busca de soluciones para sus problemas. Eso despertó en mí una fuerte inclinación por saber de los misterios de la vida y el universo.

Papa nos estimulaba para que observaras la naturaleza, nos hacía ejercicios para escuchar en el silencio de la noche los diferentes cantos de las aves nocturnas e identificarlas, nos hacía caminatas hacia el atardecer para que nos familiarizáramos sin tener miedo, con ese momento maravilloso del cenit y muchas veces acostados en la arena, observamos el cielo y las constelaciones que él conocía magistralmente.

Yo era una niña que podía ver lo no físico, por ejemplo los espíritus de la naturaleza y papa y luego una profesora, cuando ya entre al colegio, me estimularon y así no perdí esa capacidad de ver. Esto me hacia una niña un poco diferente, por lo cual papa me sugería siempre ser discreta.

Al llegar a los 18 años aproximadamente, “me olvidé” de ese llamado interno, y me sumergí en la realidad presente como cualquier ser humano a quien poco le interesan “las cosas del espíritu y los misterios de la naturaleza

Pero en realidad no era así. Internamente luchaba para superar sus inquietudes. Soñaba con un mundo donde los seres humanos pudieran vivir en paz, donde no hubiese guerras, ni niños abandonados, ni la miseria humana que veía a cada instante. Sentía un profundo llamado a servir y un deseo insaciable por conocer esos Misterios de la vida.

Me casé, tuve dos hijos que se convirtieron en mi fuerza para encontrar las respuestas que buscaba, puesto que me sentía con una gran responsabilidad frente a ellos.

Durante la gestación de mi primer hijo, tuve una experiencia extraordinaria que re-estímulo en mí el volver a “ver” lo no físico. En algún momento de la gestación comencé a “ver” el desarrollo y crecimiento de mi hijo. Yo cerraba los ojos y podía ver como en una pantalla lo que estaba sucediendo con su cuerpo, como se desarrollaba, como crecía, hasta que ya estaba formado y veía con claridad sus facciones. Conocí paso a paso su desarrollo al tiempo que comenzamos a tener una conexión visual. Al nacer, lo conocía y por eso le dije al médico cuando me lo entrego, “Si doctor es él”.

Con mi segundo hijo, quien fue una niña, también tuve una experiencia trascendental. La niña nació con serios problemas de salud que la llevaron a internarla varias veces en clínicas y fue necesario operarla en dos ocasiones. Para mí esto representaba un verdadero sufrimiento interno. Por un lado la niña enferma y por otro me veía obligada con frecuencia dejar al niño mayor al cuidado de otras personas.

Vivíamos en las afueras de Bogotá en una pequeña finca, rodeados de muchísima naturaleza y un día mientras me encontraba caminando en un bosque a donde solía ir a orar y a “pelear” con Dios porque me estaba quitando a mi hija, escuche con claridad estas palabras

“No se mueve la hoja de un árbol sin la voluntad de Dios”

No comprendí esas palabras y grite. “Ya lo sé, pero tú me quitas a mi hija. ¿Para qué me la diste entonces?”

Se repitió la frase y me molestia era aún mayor. La frase se repite por 3ª vez y en ese instante algo mágico sucedió. Una luz se encendido en mi interior permitiéndome comprender tan profunda verdad y en ese mismo instante me entregue a la voluntad de Dios y le entregue a Cata a Dios con estas palabras.

“Padre es tu hija, no la mía. Si debe volver a tu seno, que así sea”

Regrese a la casa sabiendo que ahora solo me quedaba ACEPTAR la enfermedad de Cata y NO SUFRIR MÁS. A los pocos días la niña comenzó a recuperar la salud de una manera que asombraba a los médicos y a mi misma. Con esta experiencia conocí el valor de la ACEPTACIÓN y la RENUNCIA.

Estos acontecimientos y muchos más que sería largo de narrar, sumado a la responsabilidad que sentía con los hijos de darles la mayor y mejorar orientación, me llevaron a una intensa búsqueda a través de libros que tuvieran que ver con el desarrollo espiritual; asistí a charlas, seminario y talleres. A estudiar técnicas de sanación, actividad que vi, como ya dije anteriormente desde niña con mi padre Sanador.

Así fui conociendo muchísimas personas de las cuales aprendía ávidamente lo que cada una podía aportarme. Un día alguien me hablo acerca de algo que cambio mi vida de manera definitiva. En una conversación informal, alguien me conto que en Tabio vivía un sabio. Yo había leído muchísimo acerca de los sabios y soñaba con conocer a uno.

Le había pedido a Dios muchas veces que me diera un Maestro, así que cuando escuche esto no dude un solo instante en ir a conocer a ese Sabio, pero el tema era que esa persona no sabía a ciencia cierta, en donde encontrarle. Simultáneamente otra amiga me hablo que la montaña de Juaica y los extraterrestres, otro tema que me traída altamente interesada. Me puse en la tarea de averiguar y estos dos temas, el Sabio y Juaica parecían coincidir en un mismo espacio…le conté a unos amigos y organizamos una expedición para acampar en la montaña y explorar la posibilidad de un encuentro con los extraterrestres. Esto fue para el mes de julio de 1993. Sin ninguna experiencia ni de acampar, sin conocer la montaña, sin tener equipos adecuados, nuestro propósito era comenzar el ascenso a la montaña a las 3 de la mañana para, según nosotros, alcanzar su cima a las 5 a.m. hora en la cual supuestamente se habría un portal.

Hacia las 11 de la noche me metí en la carpa con la intención de descansar y de dormir un poco, aun cuando esto parecía poco probable porque la emoción que embargaba era gigantesca y ésta por supuesto se aumentaba alimentada por la de mis compañeros de aventura, que estaban al igual que yo, ávidos de vivir esta inigualable experiencia.

Cuando me acomode lo mejor que pude en la bolsa de dormir, tratando de calentar mi cuerpo en un frio que parecía que ya me congelaba y cerré los ojos, casi que de inmediato “Salí de allí” y me “Vi” frente a un inmenso portal de gigantes columnas blancas como el hielo y transparentes como el cristal; una gran y resplandeciente luz blanca salía de allí; yo me acercaba lentamente, muy lentamente y cuando finalmente traspase el umbral, la fuerte luz golpeo mis ojos con tal intensidad que no la pude resistir y “regrese” a la carpa. Me senté bruscamente atontada, desconcertada, impresionada, con el corazón palpitando a una velocidad desconocida para mí.

Intente de nuevo lograr ese estado que me permitiera volver al sitio en donde acababa de estar, pero no sucedió, tuve otras experiencias que podría llamar “menores” aun cuando aquí no sabría decir que era mayor y que era menor, pero si la comparaba con el portal, estas otras me parecieron menores.

A las 3 de la mañana como lo habíamos acordado comenzamos a subir la montaña; no teníamos linternas adecuadas y estaba muy oscuro, después de casi hora y media de dar vueltas, tener caídas, y resbalones, nos rendimos; fuimos lo suficientemente sensatos para darnos cuenta que no podríamos alcanzar la cima de la montaña. Decidimos sentarnos y meditar allí. Nos tomamos de las manos y formamos un círculo; había tanta emoción, éramos como niños viviendo una gran aventura. Un perro se nos había unido y estaba allí con nosotros. A los pocos minutos de estar intentando meditar, sentimos como alrededor de nosotros parecían estar unos seres gigantes, dos de mis compañeras de viaje, comenzaron a sentir miedo y a pedir que nos fuéramos de allí; el perro ladraba de manera incesante “saludando” a alguien. En un momento dado, unos arbustos empezaron a moverse muy fuerte, y un chico, uno de los dos adolescentes que nos acompañaba, decidió tomar fotografías al grupo de arbustos que se movían.

¡Posteriormente cuando llevo a revelar las fotografías, le recomendaron que no tomara fotos cuando hubiese mucha luz… y era apenas el amanecer, el sol aún no se veía!

Nos regresamos al lugar en donde teníamos nuestro improvisado campamento. Los carros los habíamos dejado en la casa de unos señores muy formales que nos habían orientado de cómo llegar a la montaña. Caminamos de regreso a esa casa; yo me adelante de mis compañeros un buen trecho y al llegar estaba en la puerta un hombre, alto, de rostro amable, con una cálida sonrisas en sus labios; cruzamos las primeras palabras del saludo mañanero y de pronto el mirándome a los ojos, me pregunto… “¿cómo fue tu experiencia en la montaña?”… Yo le respondí y le contó lo del portal. Entonces él me dijo: “Entraste al templo” ¡Templo?!!! No salía de mi asombro y felicidad y si bien es cierto yo ya conocía a cerca de lo que nosotros los humanos llamamos templos, que ese hombre que estaba ahí frente a mí me lo dijeran con tal convicción y seriedad, me dejaba perpleja.

Él se encontraba recostado en el marco de la puerta y de pronto se movió; al hacerlo note que necesita apoyo para su piernas y entonces y sin reponerme aun de la sorpresa inicial, venia otra aun mayor ¡¡¡estaba frente al sabio!!!

¿Porque lo supe? La persona de la que hable atrás quien me había contado a cerca de él, tambien había dicho que tenía dificultad para caminar. Fue así y allí en donde conocí a Gerardo Schmedling, al Maestro. Dios me había escuchado!

Al cruzar esas primeras palabras me di cuenta que él tenía la información que yo tanto venia buscando, ¡y ahí comenzó mi verdadero ascenso a la montaña! A mi montaña interna! A partir de ese momento, cada fin de semana junto con los hijos, nos íbamos a Tabio y yo bebía de esa fuente inagotable de sabiduría, que como un bálsamo iba sanado las heridas que en aquel momento me impedían comprender el verdadero significado de la vida.

Gerardo Schmedling, con su inigualable dulzura, comprensión y sabiduría, cada fin de semana me entregaba, así de manera informal, las herramientas suficientes para comprender que la Verdad y la Sabiduría son el resultado de haber aprendido de los errores!

En ese primer encuentro Gerardo me preguntó: “¿Cuándo vas a abrir ese baúl y a entregar lo que tienes?” ¡No comprendí el significado de esas palabras, pero fue así como el introdujo y grabo en mí, lo que posteriormente me llevo a transmitir sus enseñanzas!

¡Hoy en mí solo hay gratitud y reconocimiento para esa eterna luz que brilla en el universo!

A mediados del año 1998, el Padre me habló de nuevo. Otra vez escuche de manera misteriosa, palabras saliendo de la nada.

“El tiempo de la ensoñación ya paso. Ahora es la hora de la acción” Esto se unió a las palabras de Gerardo y comencé a enseñar en primera instancia Reiki, posteriormente Escuela de Magia del amor y Meditación Merkaba.

Escuela de Magia del Amor

Gerardo Schmedling

Conocí a Gerardo Schmedling en el año 1993, después de pasar una noche en la montaña de Huaica buscando un encuentro con ovnis y extraterrestres. Lo que no sabía era, que ir a la montaña me conduciría a encontrar la más maravillosa y extraordinaria experiencia de mi vida.

Tan pronto crucé las primeras palabras con Gerardo me di cuenta que él tenía la información que yo tanto estaba buscando y en ese mismo momento me entregué a beber de esa fuente inagotable de sabiduría, que como un bálsamo fue curando las heridas que en aquel momento me impedían comprender el verdadero significado de la vida.

Escuela de Magia del Amor

Gerardo Schmedling y Escuela de Magia del Amor, me entregaron las herramientas suficientes para comprender que la Verdad y la Sabiduría son el resultado de haber aprendido de los errores.

Equipo Matty VélezP.

Equipo Matty Vélez - Sandra Cabra

Sandra Cabra

Equipo Matty Vélez - Ana María Correa

Ana María Correa

Equipo Matty Vélez - Adriana Londoño

Adriana Londoño

Equipo Matty Vélez - Andrés Toledo

Andrés Toledo

Equipo Matty Vélez - Kevin Monterroza

Kevin Monterroza

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