
Mikao Usui

Hawayo Takata

Chujiro Hayasi

Patricia Zorrilla
A partir de esta pregunta, el Dr. Usui comenzó a investigar durante diez años y esto le permitió redescubrir y aprender la técnica de sanación; sin embargo, las jerarquías cristianas del Japón le advirtieron que no debía hablar de tal procedimiento de curación, ni mucho menos darlo a conocer.
Entonces ingreso a un Monasterio Budista ZEN, encontrando allí en los Sutras (libros sagrados budistas) la fórmula terapéutica.
En aquellos libros no aparecía la manera de activar la energía ni como ponerla al servicio de los fines curativos. El Dr. Usui comprendió la razón y supo que para lograrlo debía pasar una gran prueba, la cual consistió en tres semanas de meditación, ayuno y oración en el Monte Koriyama.
Tras elegir el lugar para la meditación amontonó ante él 21 pequeñas piedras, las cuales iba arrojando una cada día al terminar la jornada para no perder la cuenta del tiempo transcurrido.
En la madrugada final de su prueba, en la hora más oscura, antes del amanecer, vio una especie de proyectil luminoso que se dirigía hacia él y su primera reacción fue huir, pero luego decidió aceptar las cosas tal como vinieran, aunque en ello se fuese su vida, porque intuyó que era una respuesta a su meditación.
El rayo lo tocó en el entrecejo (Tercer ojo), perdiendo el conocimiento por unos instantes; luego vio millones y millones de burbujas con los colores del arco iris y finalmente los símbolos de Reiki, como si los hubiesen proyectado en una pantalla.
A medida que iba visualizando cada uno de los Símbolos recibió la información sobre cómo se utilizaba cada uno de ellos para activar la energía de sanación.
Así se produjo, en estos tiempos, el primer alineamiento Reiki por vía psíquica.
Mikao Usui emprendió el descenso de la montaña y en el camino tuvo una de las primeras experiencias tradicionalmente conocidas como los “cuatro milagros”.
La primera fue que mientras caminaba se golpeó el dedo gordo del pie con una piedra; lo primero que hizo instintivamente fue sentarse y tomar el dedo entre las manos, las palmas de éstas se calentaron y el dedo herido se curó.
El segundo milagro se produjo al ingerir una abundante comida, lo cual era una gran imprudencia por parte de quien había permanecido 21 días en ayuno, sin tomar nada más que agua, pero a él no le hizo daño.
El tercer milagro se dio cuando colocó las manos sobre el rostro de una mujer que tenía dolor de muelas y se curó
Y por último, el cuarto milagro. Cuando regresó al monasterio uno de los Lamas estaba acostado con un ataque de artritis, coloco sus manos sobre él y también se sanó.
A esta energía Milagrosa, el doctor Usui la llamo REIKI, que significa “Energía eterna y universal” y se dispuso a utilizarla en los barrios bajos de Kyoto, en donde vivió varios años dedicado a sanar a los mendigos, aquellos seres contrahechos, mutilados y afligidos por enfermedades visibles, que pedían limosna y eran mantenidos por la comunidad.
Él los curaba y los invitaba a que comenzaran una nueva vida; sin embargo, ellos volvían a las calles en muy corto tiempo a seguir pidiendo. Al comprobar que las personas a quienes curaba preferían seguir mendigando en vez de ganarse su sustento con el trabajo, se desanimó y abandonó aquel lugar.
Los mendigos en cambio quedaban resentidos porque al curarlos, les impedía seguir viviendo de la limosna y los obligaba a trabajar para ganarse la vida.
Así el Dr. Usui nos dejó una de las más grandes enseñanzas relacionadas con la Ley del Libre Albedrío.
Mikao Usui emprendió una existencia de peregrino, recorrió el Japón a pie, portando una antorcha y enseñando, y fue así como conoció a Chujiro Hayashi, oficial retirado de la Armada en situación de reserva.
En 1925, a la edad de cuarenta y siete años, Hayashi recibió de Usui la formación Reiki en grado de Maestro, y se convirtió en el sucesor de Mikao Usui, quien falleció en 1930.
Hayashi fundó un centro clínico en Tokio donde los sanadores trabajaban en grupo con los pacientes.
En 1935 acudió a este centro buscando curación la señora Hawayo Takata, nacida el 24 de Diciembre de 1900, en Hanamaulu, en el seno de una familia de cortadores de piña.
Hawayo era demasiado diminuta y frágil para el trabajo de la plantación; aun así, empezó a hacerlo cuando era todavía alumna de escuela elemental.
En 1917 se caso con Saichi Takata con quien tuvo 2 hijas y en 1930 enviudó.
Durante los siguientes cinco años la señora Takata sufrió agotamiento nervioso y varias afecciones físicas graves. Se le diagnosticó una enfermedad de la vesícula biliar que requería intervención quirúrgica, pero debido a una insuficiencia respiratoria crónica, la anestesia representaba un grave peligro.
Su salud se deterioraba cada vez más; por un lado, le decían que la operación era imprescindible para salvarle la vida, por otro que la operación tal vez la mataría.
En 1935 falleció una de sus hermanas y la señora Takata viajó a Tokio para comunicárselo a sus padres, quienes habían vuelto a residir allí.
Al poco tiempo ingresó en el hospital Maeda de Akasaka. Estuvo interna hasta que tomaron la decisión de operarla; para ese entonces le habían diagnosticado una apendicitis y un tumor, además de los cálculos biliares.
La noche antes de la operación oyó una voz que le dijo: “La operación no es necesaria”. Volvió a escucharla estando ya en el quirófano, en ese momento se puso de pie, le dijo al cirujano que no quería ser intervenida y le preguntó si existía allí otra manera de curarse.
El médico le dijo que sí, siempre y cuando estuviera dispuesta a prolongar su estancia en el Japón todo el tiempo que fuese necesario.
Le habló entonces, de la Clínica Reiki de Chujiro Hayashi. Una hermana del cirujano que había sido curada por los sanadores de Hayashi y había recibido formación Reiki, la llevó allí aquel mismo día.
La señora Takata quedó interna en la clínica y en un plazo de cuatro meses, sano completamente su cuerpo y su mente.
Solicitó la formación Reiki, pero le fue negada porque para aquel entonces, Hayashi no deseaba que el Reiki se divulgase fuera del Japón.
Finalmente Hayasi accedió y la señora Takata recibió su formación Reiki Nivel 1 en la primavera de 1936, entrando a formar parte del equipo de los sanadores que trabajaban en la clínica.
En 1937 recibió el Nivel 2, y regresó a Hawai en donde abrió una clínica de Reiki.
En 1938 Chujiro Hayashi la visitó y emprendieron juntos una gira de conferencias.
El 22 de febrero de 1938 recibió el grado de maestra/enseñante, la designó públicamente sucesora suya, y le solicito que estuviese lista para desplazarse de inmediato a Japón, cuando él la requiriera, y una instrucción más, que no debía transmitir las enseñanzas sin cobrar.
En 1941 Takata despertó un día sobresaltada, teniendo la visión de Hayashi como si estuviera allí presente junto a su cama.
Supo entonces que esta era la llamada anunciada por él, y se embarcó hacia Tokio. Cuando llegó a la Clínica Reiki la esperaba allí Hayashi, su esposa Chie y todos los demás Maestros Japoneses.
Él anunció que una gran guerra se avecinaba, que en ella morirían todos los iniciados, y que por tener el presentimiento de que Reiki podía desaparecer por completo del mundo, había querido nombrar como sucesora a Takata, precisamente, una extranjera.
Por último, explicó que acababa de ser llamado por la armada, pero que su condición de sanador y médico le impedía quitar la vida a otros seres humanos; por tanto, había decido aceptar su propia muerte.
En 1941, en presencia de sus alumnos, Hayashi detuvo su corazón por vía psíquica y murió. Gracias a la señora Takata quedo preservada la continuidad de Reiki. La señora Takata murió en 1980.
Reiki Universal

A las primeras personas que inicia es a sus compañeros de una organización espiritual, entre los cuales me encontraba yo, Matty Vélez Peña.
Durante mucho tiempo había buscado Reiki, después de haber tenido mi primera experiencia con unas personas que amorosas me lo brindaron. Al finalizar aquella sesión y ante la grata sensación y bienestar que estaba experimentando en ese momento, les pregunte el nombre de esa técnica de Sanación que acaban de practicarme y ellas me respondieron: “Reiki”.
Esa fue la primera vez que escuché esa maravillosa palabra que resonó en mi interior y desde ese momento me propuse aprenderla. Cuando conocí a Patty, como amorosamente la llamamos, me contó que ella era practicante de Reiki y me ilustro hasta donde en ese momento podía o conocía de esta técnica, que según su concepto, podía curarme de las dolencias que me aquejaban. Le pedí que me enseñara y me respondió que ella no estaba formada para hacerlo, que necesita llegar a la Maestría y me habló de la INICIACIÓN.
Cuando ella me Inició años más tarde, me entregue a Reiki incondicionalmente. Acompañe a Patty en su primera etapa como Maestra enseñante, mientras simultáneamente hacia mi entrenamiento. Al principio me prepare solo para pasar los alineamientos. Ella me invito a que me preparara también para la enseñanza, pero yo no me sentía segura. Sabía que era una gran responsabilidad y no sabía si realmente estaba lista.
Un día, mientras me duchaba, escuche una voz que me dijo:
“El tiempo de la ensoñación ya paso, ahora es la hora de la acción”.
Algo dentro de mí lo comprendió. Había llegado el momento de compartir con mis hermanos esta maravillosa técnica de sanación, que ya había operado en mí, grandes milagros a todo nivel; sin embargo, tenía dudas de si era correspondiente o no. Me senté a meditar y le pedí luz a Dios.
“Padre mío, si realmente estoy preparada para esto, dame una señal. Por favor envíame una persona que yo no conozca que me pida que le enseñe REIKI. Así sabré, que sí estoy lista.”
Tres días más tarde recibí una llamada telefónica de una persona que me pidió que lo hiciera. Organizó además un grupo y tres días después, me encontraba, muy nerviosa pero feliz, enseñando mi primer Taller de Reiki.
Desde entonces he crecido mucho con este regalo de la Divinidad que transformó mi vida.
¿Qué es y Para qué sirve el REIKI?
Reiki es Inteligencia Divina, energía que proviene de la fuente del Absoluto, por tanto, está en todas partes y es la energía sostenedora del Universo mismo.
Hablar de Reiki es hablar de un gran océano de posibilidades de sanación. Sanación que se extiende más allá de lo físico, y puede ser muy profundo, tan profundo como estemos listos para vivirlo. Reiki sana nuestros cuerpos físico, emocional y mental.
Con la práctica diaria se eleva nuestra energía vital y al hacerlo, mueve el pensamiento hacia las zonas altas de nuestra propia mente, haciéndonos conscientes de la necesidad de las experiencias que estemos viviendo, lo que nos lleva a aceptarlas para que así podamos pensar, sentir, hablar y actuar de manera más coherente, llenándonos de confianza en que la vida nos provee todo cuanto necesitamos.
Si nos dejamos guiar, Reiki nos abre al amor incondicional hacia nosotros mismos y hacia todos los demás. También nos ayuda a observar y vigilar de manera amorosa nuestros pensamientos y sentimientos, conduciéndonos gradualmente a un estado interno más sereno y equilibrado.
Con la práctica constante, Reiki fortalece la voluntad para realizar cambios y modificar conscientemente los esquemas de vida en los cuales te has quedado estancado.
Con el tiempo y el uso permanente, puedes verificar que un alto porcentaje de armonía va apareciendo en tu vida, facilitando que las reacciones automáticas se modifiquen en actitudes más responsables y conscientes, reestructurando de esta forma tu personalidad; y si bien es cierto, que Reiki no evita las experiencias que necesitas, si te da la fuerza para vivirlas con serenidad, llevándote más allá de la sanación física.
Reiki no es una religión. Reiki “Abre los brazos” a todas las religiones, filosofías o creencias; por tal razón, no invalida a ningún ser, ni a sus puntos de vista, por el contrario, los acepta con profundo respeto.
Para recibir Reiki, no se necesita creer en ello; solo se necesita estar dispuesto a recibirlo; es más, ni siquiera necesita saber el nombre de lo que está recibiendo. Reiki actúa independientemente de las opiniones o puntos de vista de la persona que lo recibe; sin embargo, solo se le dará Reiki a quien lo solicite.
No es ético darlo discretamente o cuando la persona está dormida, si no se ha contado primero con su aprobación.
Reiki proviene de la fuente y, por tanto, es Amor, así que jamás causará ningún tipo de daño, ni a quien lo da, ni a quien lo recibe. Para usar Reiki no se necesitan equipos ni instrumentos, esto facilita su uso en cualquier momento y lugar.
Quien da Reiki está apoyando y apoyándose así mismo, puesto que es el primer receptor de esta energía Universal y quien lo solicita se está abriendo a grandes posibilidades de transformación a todo nivel.
Reiki es inteligente y sabe lo que es necesario sanar y va a hacer lo que mejor corresponda. Si ya es el momento de sanar, esto se dará. Esta respuesta obedece a la Ley de Correspondencia, Ley Universal que postula que jamás nadie recibirá algo distinto a lo que por correspondencia necesita.
Todos los Seres humanos pueden aprender y practicar Reiki. No hay ningún límite de edad, sexo, raza, condición socioeconómico o cultural para ello, porque como ya lo hemos mencionado es Energía de la Fuente y justamente por provenir de la Fuente Universal, es de todos y para todos.
Aquí podríamos decir que existen varios niveles internos para el manejo de Reiki. Como he dicho antes, considero que todos los seres humanos pueden practicar Reiki y así ayudarse y ayudar a otros a mejorar las diferentes situaciones experienciales que correspondan de acuerdo a su evolución.
Habrá quienes buscan aprender Reiki para curar sus propias dolencias, como fue mi caso en primera instancia, y se quedaran allí en ese nivel. Se darán Reiki a sí mismos y eventualmente a otros, probablemente a sus familiares y/o amigos.
Otros lo tomarán como una función a través de la cual, no solo se apoyan, sino que también podrán tener unos recursos extras, y para otros se convierte en un trabajo permanente, brindando terapia Reiki a quienes lo soliciten y recibiendo una compensación por ello.
Esto mismo ocurre para quienes llegan a la Maestría. Unas personas tomarán este nivel y nunca enseñarán y otras lo convertirán en una forma de vida.
Y hay otro grupo de seres humanos, quizás el más pequeño de todos, en que comprende la profunda realidad de Reiki y lo hace una forma de vida. Si ha llegado a la Maestría, se ocupará de trasmitir de manera precisa y clara las grandes enseñanzas dejadas por Sensei Usui honrando así su memoria y no se dedicará solo a trasmitir la energía, sino que vivirá acorde con la verdadera esencia Reiki.
El paso del tiempo y las carreras propias de la “vida moderna” ha hecho que se pierda el verdadero valor de las enseñanzas Reiki, y se vivan en la mayoría de los casos de manera muy superficial, pero ya es momento en que se retomen sus principios divinos.
El Maestro Usui nos dejó 5 principios que es necesario tenerlos presente en cada momento de la vida, no como una teoría, sino como una vivencia. Si cada ser humano, práctica de manera honesta estos 5 principios, grandes cambios se producirían sobre la faz de la tierra. Comprendemos que, por los diferentes niveles evolutivos existentes en la tierra, esto no es posible, pero si es posible para aquellos que, como tú, están listos a dar al mundo ejemplo de vida.
Los siguientes son los 5 principio de vida que nos legó el Maestro Usui:
No me enojo. Imagínate un mundo en donde las personas no se enojaran. Imagínate tú, libre del yugo del enojo. ¡Cuánta energía podrías evitar perder, llenarías tu vida de felicidad y podrías disfrutar cada instante de la vida!
No me preocupo. Preocuparse es gastar tiempo y energía en algo que no puedes solucionar, porque si lo puedes hacer, hazlo y no te preocupes… Toma las acciones necesarias y lo que no puedas cambiar, acéptalo y así evitaras enfermar y agotarte.
Honro a todos mis semejantes. Imagínate como un ser lleno de gratitud y amor hacia los demás, honrando a cada hermano, como lo que es. Un hijo de Dios.
Trabajo comprometidamente conmigo mismo. Para lograr un desarrollo espiritual se requiere de un profundo compromiso consigo mismo. El ser humano no es responsable por lo que piensa y siente; sin embargo, si lo es de lo que decida hacer con ello; por tanto, es su responsabilidad vigilar permanentemente los pensamientos y sentimientos e irlos orientado cada día hacia un estado armónico. Esto requiere un verdadero compromiso consigo mismo.
Respeto la vida en todas sus formas y la agradezco. La vida está presente en todo cuanto existe y esa información proviene de la fuente infinita de donde todos venimos, así que la vida es una sola; por tanto, le corresponde al humano, por ser la forma más sofisticada que puede albergar una Conciencia de mayor evolución, respetar las leyes universales, viviendo acorde con los principios divinos del equilibrio y el amor y agradeciendo a todos por su existencia.